Alberto Peraza Ceballos
Nació
el 1 de febrero de 1961. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de
Cuba, de la Sociedad Cultural José Marti y de la Asociación de Pedagogos de
Cuba. Es Licenciado en educación,
especializado en lengua inglesa.
Ha publicado libros para niños: “Salvar el alba”, editorial Loynaz 1992; “Estaciones”, editorial Sanlope, 1994; “Camino del río seco”, editorial Loynaz, 1997; “El libro de dayron”, idem, 1999; “El cielo es mucho mas grande”, editorial Gente Nueva, 2005-2006; “Historias de río seco”, editorial Hermanos Loynaz, 2010; “Querer al derecho y al revés”, editorial Cauce, 2012; La misteriosa delgadez de la muñeca de trapo”, editorial Unión, 2012.
También, publicó para adultos: “Escapar al olvido ó de lobos y corderos”, editorial Loynaz, 1992; “Sobornos clandestinos (y otras utopías)”, editorial Loynaz, 2007; “De este lado del cielo”, Antología Espinélica, México 1997; “Mientras tenga gobierno la memoria”. Memorias de los encuentros de la décima en la finca Martha Elena, Veracruz, México; “La décima que nos une”, VIII Encuentro de la décima de la finca Martha Elena, Universidad Cristobal Colón y ayuntamiento de Santiago Tuxtla, Veracruz;. “Máscaras interiores”, ediciones Loynaz. 2012.
Ha recibido diferentes premios y menciones. Entre ellos: Premio Nacional de Poesía Infantil “Hermanos Loynaz” 1989, 92,95; Premio Nacional “Rubén Martinez Villena” de poesía de la central de trabajadores de Cuba, 1993; Primer Premio Nacional de glosas Nicolás Guillen, convocado por la Casa Iberoamericana de la décima en la Habana, 2003, entre otros. Actualmente reside en México.
Ha publicado libros para niños: “Salvar el alba”, editorial Loynaz 1992; “Estaciones”, editorial Sanlope, 1994; “Camino del río seco”, editorial Loynaz, 1997; “El libro de dayron”, idem, 1999; “El cielo es mucho mas grande”, editorial Gente Nueva, 2005-2006; “Historias de río seco”, editorial Hermanos Loynaz, 2010; “Querer al derecho y al revés”, editorial Cauce, 2012; La misteriosa delgadez de la muñeca de trapo”, editorial Unión, 2012.
También, publicó para adultos: “Escapar al olvido ó de lobos y corderos”, editorial Loynaz, 1992; “Sobornos clandestinos (y otras utopías)”, editorial Loynaz, 2007; “De este lado del cielo”, Antología Espinélica, México 1997; “Mientras tenga gobierno la memoria”. Memorias de los encuentros de la décima en la finca Martha Elena, Veracruz, México; “La décima que nos une”, VIII Encuentro de la décima de la finca Martha Elena, Universidad Cristobal Colón y ayuntamiento de Santiago Tuxtla, Veracruz;. “Máscaras interiores”, ediciones Loynaz. 2012.
Ha recibido diferentes premios y menciones. Entre ellos: Premio Nacional de Poesía Infantil “Hermanos Loynaz” 1989, 92,95; Premio Nacional “Rubén Martinez Villena” de poesía de la central de trabajadores de Cuba, 1993; Primer Premio Nacional de glosas Nicolás Guillen, convocado por la Casa Iberoamericana de la décima en la Habana, 2003, entre otros. Actualmente reside en México.
E-mail: albertopccu@pinarte.cult.cu
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Del libro Salvar el
Alba
Ediciones Loynaz. 1992.
Pinar Del Río. Cuba. Poesía Infantil.EL ESPEJO
En el cuarto de baño,
el espejo
todos los días dice
que soy feo.
Pero de sus embustes
nada creo
pues ya mamá me ha dicho
que soy bello.
El espejo del baño
no es sincero;
siempre me ve por fuera,
no por dentro.
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EL MIEDO
El miedo que tú sientesno sé de dónde vino;
puede ser una rana
que llegó y ya se ha ido.
Si piensas que en la noche
él esconde su nido,
debajo de la cama,
en medio del camino,
en un rincón del cuarto
o en casa del vecino,
te invito acompañarme
y verás que ha partido.
El miedo no es un monstruo
Que del bosque ha venido.
El miedo tú lo haces,
Él solo nunca vino.
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Libro
Escapar al Olvido
Editorial Loynaz, 1992. Pinar Del Río. Poesía, Modalidad: Décima.
Sobre la torre podada
de la iglesia una veleta
de humilde parece quieta
en su soledad anclada.
¿Qué furia, con qué mirada
robó su oficio, se fue?
Nadie la busca, la ve
la noche llorar de olvido.
Es un mal sueño, perdido,
sin alas, ojos, ni fe.
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MUSA
Conozco de las abejasen el jardín, habitando,
más no sé cómo, ni cuándo
llegas hasta mí, te alejas.
Tú me acaricias, me dejas
sin caminos para hallarte.
Miro, busco de qué parte
viene el viento, tú te vas.
Regresas y te me das
y yo sin poder dejarte.
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Del libro Estaciones
Editorial Sanlope. Las Tunas, 1994. Poesía Infantil.
PRIMAVERA
Primavera: como un sueño
de luces por la ventana;
acuarela que desgrana
sus pinceles
como un sueño.
La tarde le frunce el ceño
a las nubes, luego llora.
Un arcoíris aflora
en la quietud del jardín.
No habrá primavera sin
El susto de cada aurora.
Primavera.
La mirada
Se te estruja en el espejo.
Vicio de junio. Reflejo
De la niñez.
Escapada.
¿Qué es andar?
Andar es nada
Si se marchita una flor.
Ya vuelvo sobre tu olor
Todo lleno de inocencia.
Primavera, en tu presencia
Se va quedando
el amor.
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Del libro Camino
del Río Seco
Editorial Loynaz 1996.
Infantil.1
Allá van las hormigas
con su carga;
esta vez no son migajas de pan
ni las hojas del ciruelo
del patio.
Todas llevan un granito de arena
para el reloj
donde el abuelo
ve pasar el tiempo.
2
Aleteo de pájaros
en los ojos;
lluvia que se desborda
en cada pozo
donde van a calmar
su sed
tus potros.
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Del libro: El
libro de Dayron
Editorial Loynaz, 1999. Infantil
UN LENGUAJE DIFERENTE.
Fragmento
Dayron hace los cuentos como el mejor de los cuenteros, solo pasa:
Que nadie lo escucha,
que nadie lo entiende
porque las palabras siempre se le pierden,
y todos lo buscan pero nadie puede
ponerle las alas para que la gente
abran los oídos y todas se cuelen
haciendo cosquillas, pero, entre paréntesis,
si la voz es mía, es muy diferente.
La lengua de Dayron es la de los duendes.
Él pone la historia, yo un poco de suerte
Para traducirle todo lo que cuente.
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Del Libro El cielo es mucho más grande
Editorial Gente Nueva, 2005- 2006. Infantil.
Fragmento
Siempre quieren que sea como no soy.
Que no mortifique a mamá.
Pero es que no me doy cuenta, si no fuera
Porque mi tía-abuela se pasa casi todo el día
Diciéndomelo.
-¿Verdad que no te mortifico?
Y mamá que me pone los ojos de arroz con leche.
Y yo que me lo como con toda la tierrita
Que abuela le echa por arriba.
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Del libro Sobornos Clandestinos ( y otras
utopías)
Ediciones Loynaz. 2006.
Décima. Quién viene a tocar mi puerta
con pasos que no conozco;
ni yo mismo reconozco
a Esperanza, si ya muerta
es una pared incierta
entre mi casa y el mundo.
Trae ojos de vagabundo,
la piel manchada de sed:
ella, tú, alguien, usted,
rivalidad de un segundo.
Quién muere de un golpe leve,
quién obliga la mirada;
quién vuelve resucitada
con manos de cuento breve.
Quién se fue a violar la nieve
antes que el cielo se hunda;
quién dejó su ala profunda
y olvidó la otra mitad;
esperanza es libertad
y la libertad no abunda.
Quién muere y no cree su muerte
porque la muerte no existe;
el hombre es un canto triste
que se ha inventado la muerte.
Esperanza, para verte
dejé la puerta entreabierta:
naufragio, con la cubierta
sin bandera y sin abismo.
Esperanza soy yo mismo
tocando en mi propia puerta.
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Del libro Historia
de Río Seco
Editorial Loynaz, 2010. Infantil.
MARTIN EL ZAPATERO
“Como manada alegre
de bellos potros vivos”
José Martí.
de bellos potros vivos”
José Martí.
Martín sabía todo de zapatos. Estaba
siempre sentado en el portal esperando que llegaran los clientes. Usaba gorra
verde, camiseta, un peto en impecable estado, pantalón de caki y zapatos de
piel. Un bigote largo y frondoso, como penca de guano, saltaba a la vista,
después unos ojos pequeños y la cara serena. Era un hombre apacible y bien
llevado, pero si algo le molestaba, el martillo se volvía látigo y en la bigornia
volcaba su furia. Era entonces cuando hacía la mejor obra. –El enojo es mi musa- decía Martín, viendo como salían de sus manos
los más bellos zapatos.
Le agradaba acompañarse de vecinos y
forasteros que andaban de paso, camino a Santa Damiana, barrio próspero y lugar
de encuentro de comerciantes y sembradores. Mientras remendaba o hacía un
tacón, hablaba sin parar de los días lejanos de su infancia y adolescencia,
cuando encaramado en unos zancos altísimos, caminaba los tapados de tabaco,
poniendo y quitando las telas que cubrían las plantas para cuidarlas del mal
tiempo y cosechar cada año la mejor capa de exportación.
Por eso de andar todo el día en las
alturas, extrañando el paso firme sobre la tierra, fue que Martín decidió ser zapatero, y tan hábil
llegó a ser y tan bien se ocupó de arreglarle
los malos pasos a la gente, que es muy raro encontrar en Río Seco a alguien con problemas para caminar, ni que
se haya fracturado algún día un pie.
Orgulloso estaba Martín de que lo
visitaran y quisieran calzar los zapatos hechos por él con tanto esmero,
mientras aseguraba sabiamente que -lo más
importante es el amor con que se hacen las cosas- porque – no hay trabajo que no tenga lo suyo.
Y como se las ingeniaba para convertir el
enojo en trabajo, todos en el pueblo le buscaban la lengua para encontrar la
horma de sus zapatos.
a…………………………………………......................…………………………………………….bEL DIA DEL CICLÓN
“Y ven
lo que yo veo:
¿Que el mundo es frágil?”
¿Que el mundo es frágil?”
José Martí
No fue un día como otro cualquiera. Estábamos en casa de los abuelos.
Marlaniel fue a meterse debajo de la cama, asustado por el viento que corría
bajito y levantaba el techo de la casita
del patio. Las nubes, oscuras, hacían que, aunque fuera de día, pareciera que
la noche iba a llegar más temprano que de costumbre. En el radio de pilas se anunciaba
la cercanía del ciclón; mima encendía los faroles; Luisito decía son vientos de galerna, él sabía que me
espantaban; abuelo acarreando las aves y el ganado; abuela en la cama,
dejándose acariciar la mano por la lengua de Marlaniel –este no es el primero ni el último; la naturaleza tiene mucho poder-
murmuraba como si hablara con el perro; pipo solo sabía hablar de ciclones
mientras pegaba la oreja al radio; después salía al patio, callado, miraba
hacia el oeste, por donde decían que llegaría el ciclón. Abuelo aseguró puertas
y ventanas. No nos quedaba más que esperar. Mima rezaba en un sillón; nos
abrazaba queriendo dormirnos pero no lo lográbamos porque -no queremos perdernos nada.
El viento quería llevarse la casa pero ella se resistía; pipo escuchaba
siempre la radio, sentado en el taburete de recostarse a la pared y Marlaniel
dejaba escapar de cuando en cuando un aullido para hacernos saber que
estaba con nosotros.
Abrí los ojos y bostecé; no estaba soñando:
era de día y, aunque no hacía viento, la casa estaba diferente. También el
patio, y hasta yo me veía extraño, como salido de una pesadilla. No sé en qué
momento me ganó el sueño. Afuera, el jardín destrozado, el naranjo en el suelo y
sobre la cerca que se resistió; el almendro casi deshojado y los gorriones sin
nido. Una gallina, desesperada, buscaba a un pollo descarriado.
Pipo seguía escuchando la radio: -el
ciclón salió al mar muy cerca de La Habana y derrumbó a su paso muchas casas.
Abuela en la cama, tranquila como sus años, mientras mima lloraba por tanta
pérdida. Marlaniel salió al patio detrás del abuelo, quien les dio la libertad
a los animales, sin dejar de mirar el cielo que quería ser azul. Mi hermano ya
no hablaba de vientos de galerna. No fuimos a la escuela.
Yo creía que un ciclón era una tela muy grande que volaba por encima de
las casas, como una red con la que los pescadores van al mar a hacer su fiesta;
pero no, el ciclón es otra cosa, algo que no vi porque se me cerraron los ojos
y porque en realidad ya no quería verlo.
Del libro Querer al derecho y al revés
Editorial Cauce. 2011.
Con el comienzo del curso escolar,
Roxana y Raulito fueron, por primera vez,
a la escuela.
Para ellos era un día muy importante.
Los nuevos alumnos cruzaban, acompañados,
el umbral de la puerta
donde los esperaban maestros y maestras.
Vestían uniformes rojos, nuevecitos.
Todo era una gran fiesta.
Muchos eran los ojos que miraban a Roxana
y muchos los que se fijaban en Raulito.
Ellos no se conocían.
Pero ya se conocen.
Desde ese día ella solo tiene ojos para él
y él solo tiene ojos para ella.
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Del libro Máscara Interiores
Editorial Loynaz. 2011.
Migraciones hacia uno mismo
Para Loli, Lupita y Paty.
Soy
el que se fue.Mi sombra ha quedado en algún sitio
y hoy regreso a buscarla.
En ella estaba la inocencia,
marcada en los pupitres de la escuela,
los juegos donde aprendimos a entregarnos
sin miedo a quedar desposeídos.
Nada nos importaban los regaños,
llegar a casa y mirar los relojes
como quien va a perder el último tren
o un asiento en la mesa
con la familia congregada para agradecer el pan.
Creíamos tener todo al alcance de la mano;
después se enturbiaron las aguas.
Pudo haber pasado un solo día
o los días de muchos siglos,
pero no nos percatamos de la pérdida.
Soy el que se fue.
Ahora colmo cada segundo
con el susto de no encontrar las huellas,
para ordenar mis nuevos pasos.
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Para no arrepentirme de mi suerte
en todos los caminos;
podía salir con la certeza del regreso;
no quería saber por qué Dios me abandonó
de este lado que cambia de colores.
Pero es que Dios también castiga
a quien no se desangra para cruzar la puerta.
Yo no quería saber el tamaño del mar
ni los días que faltaban
para poner el orden en el cielo,
me bastaba pasar sin dejar huellas,
temiendo caer en otra luna que no fuera la mía.
Malgastaba oraciones para quienes auguraban
un final apocalíptico.
Quién entenderá que existimos,
que vamos encontrándonos en un rumbo
de parques y libélulas.
Yo no pedí jamás haber nacido,
pero aquí estoy, y eso es bastante
para no arrepentirme de mi suerte.
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