Guillermo Seijo Nodarse
Viñales,
1968. Técnico Medio en Veterinaria. Poeta, narrador y fotógrafo. Ha obtenido
premios y menciones en encuentros de talleres literarios.
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Ediciones Loinaz. Pinar del
Río. 2001.
V
El
azul pierde intensidad en el horizonte.
Alcanzarlo
puro es mi destino
y
sin embargo sé, o creo saber,
que
persigo la niebla en un sueño.
Eso
llego incluso a comprenderlo
pero
desde lo más recóndito del ser
algo,
inexorablemente, me impulsa.
Todavía
le busco.
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VI
Para Ángel César, in
memorian
Agosto
es el mes más cruel,
nos
envía ángeles para después llevárselos.
Anticipo
de estos tiempos que sorpresas deparan,
evocadoras
de atroces, novísimas alianzas
como
salidas de la banca.
Préstamo
que nos deja el mejor de los regalos,
y
el peor de los despidos.
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VIII
Caer
es un vasto y cruel oficio.
A
pesar de ser numerosas las caricias
no
podrás aprehender sus contornos.
Caer
es un vasto y cruel oficio
mientras
llueven el miedo y la incertidumbre:
hachas
sucesivas
como
en una novela de Bradbury.
Un
eterno caer despedazante.
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X
Soy
Lancelot en busca de mi país
para
poblarlo de caballeros azules
que
quieran
espontáneamente
sentarse
a mi mesa,
un
país donde esté prohibida la palabra nunca.
Soy
Lancelot y con mi lanza
busco
la puerta cerrada de nombre comprensión.
Soy
Lancelot en busca de mi país.
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XI
Suceso
extraordinario:
me
encontré convertido en descubridor
aunque
no de un continente como Colón.
El
hallazgo, ínfimo e imprescindible;
el
tesoro, una muchacha;
lo
sorprendente, vive a escasos metros de casa;
lo
peculiar, valoriza positivamente la importancia de
ciertos
detalles:
por
ejemplo,
gladiolos
etéreos y azules,
la
triste belleza de una puesta de sol,
el
alcance de ciertas palabras;
lo
utópico, cree firmemente en la libertad humana.
Noté
que se hallaba allí, fiera agazapada e incógnita,
vigilante
como en espera del amor.
Al
encontrarla he dejado atrás los diversos egocentrismos
de
la posesión
y
al menos tengo la primicia de saber con algo de certeza
que
su ser es extrañamente equitativo a mi modo de ser
aunque
ahora me asalta una duda.
Oh
muchacha,
¿serás
acaso la esperanza contra el genocidio del desamor?,
¿preludio,
promesa,
escudo
frente a la sierpe de nombre soledad?
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