José Raúl Fraguela Martínez

Pinar del Río, 1961. Ha merecido premios y menciones en diversos concursos y encuentros de talleres literarios, entre los que destacan los premios obtenidos en sucesivas ediciones del José A. Baragaño en poesía, décima y literatura para niños, mención en poesía del Raúl Gómez García 2001 y Primera mención en literatura infantil en el Hermanos Loynaz 2001. Textos suyos aparecen en publicaciones seriadas de la provincia y el extranjero. El pasado año vio la luz su poemario Espiral del tiempo. Trabaja como especialista en el Centro de Promoción y Desarrollo de la Literatura Hermanos Loynaz.

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Del libro Como de bronce candente

Ediciones Loynaz, Pinar del Río, 2002.

DESDE LA SOMBRA

I

Vierte, corazón, tu pena

donde no se llegue a ver…

He ahí el manantial, el agua

exacta para tu sed.
No hagas al dardo merced,
será flor puesto en la fragua.

Lava la ausencia, desagua
al infinito la ajena
cobertura de la arena,
hazla grano a grano puente
sobre el abismo, a la fuente
vierte, corazón, tu pena.

Levedad de enorme peso
el sentimiento que escuece
tu antigua calma, estremece

 sus bases en noble exceso.
Éxtasis mudo, embeleso
imposible de prever,
viene el alma a promover
en palpitar olvidado,
por la sensatez guardado
donde no se llegue a ver.

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                ENCUENTRO

a.J.

…como en el mar oculto la escondida

perla de eterna luz persigue el buzo

Una muchacha triste se ha adueñado

el brillo de mi verso.
Su hermosura
a tientas reconstruyo.
La cordura
sobre su nombre escapa.
Desenfado.
Una muchacha de ademán pausado

abre un resquicio a mi arrebato intruso

y mi verso se goza en lo profuso
de su decir —flagrante acometida—

como en el mar oculto la escondida

perla de eterna luz persigue el buzo.

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DE TANTO CALLAR

XI

los rayos de lumbre pura…

Se desgrana la pasión
sobre una beldad perfecta
y la sorprende una abyecta
marejada. Polución.
Enmudecida canción
donde alentó la frescura,
muere la falsa locura
de entrega, de rebeldía...

Asesinó la apatía
los rayos de lumbre pura.

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                XII

¡Me espanta la ciudad! toda está llena

de copas por vaciar, o huecas copas…

¡Me espanta la ciudad! toda está llena

de recodos y sombras. Laberinto.
Soledades abriga en su recinto
donde al pasar el alma se enajena.
Espanta esta ciudad de noche plena
aún si el sol por sus zócalos galopa,
callejas donde el cautiverio dopa
el polícromo prisma de la vida,
la miseria, entre tantos repartida
de copas por vaciar o huecas copas.

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POR DONDE ESCAPÓ LA ESPERA

RETRATO

a Margarita

Cual de incensario roto huye el perfume

                                                            (…)

Me nutro del dolor que me consume…

Hoy quiero dibujar una mirada,
turgencia en la barrera del aliento,
el contorno de un rostro... vano intento

de mi lápiz buscando en línea errada.

Escena de tragedia o bufonada,
me nutro del dolor que me consume

todo te niega, la impotencia sume
en la hondura del verso mis impulsos,

busco un retrato y se me van, convulsos,

cual de incensario roto huye el perfume.

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                         BESO

…sentir el roce de un beso ardiente

Sentir el roce de un beso ardiente

de un beso suave —nocturno adiós—,

caricia diaria, de dicha fuente,
paz del infante, soplo de Dios.
Quiebra fronteras de gasa, es puente

de aroma exacto, fiel, para dos,
de amor primero, de amor urgente,

contra los miedos severa hoz.
Y e sólo el roce de un beso ardiente,

beso de madre: canto sin voz.

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BAJO LA LUNA AFRICANA

V

de tanto esperar en vano

con el corazón deshecho…

Si a la arrancada equivoca
la senda, toda la vida
será para el hombre huida
de cuanto vivir le toca;
el menor tropiezo apoca
su trashumar cotidiano,
negando el error, la mano
enmascara el pesimismo,
va cayendo en el abismo
de tanto esperar en vano.

De tanto esperar aquello
que ha quedado en el camino,

sigue, torcido destino,
de luz ajena, destello.
Porta del hastío sello
ese andar insatisfecho;
perdido al triunfo el derecho
en tortuosa vaguedad
labra su mediocridad
con el corazón deshecho.

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HOMENAJES

LUEGO ME HABLAN TUS OJOS

a Fernando

se me ha entrado por el alma

una banda de palomas…

Pierde el canto sus matices,
queda la flor sin aroma,
ulceroso pecho asoma
la humanidad entre grises,
paga el hombre sus deslices,
dolor con miseria empalma.
Irrumpe el miedo, la calma
se quiebra por tu futuro,
un frío, desde lo oscuro
se me ha entrado por el alma.

Luego me hablan tus ojos:
arco iris, mariposa.
Se deshace la enojosa
maraña de estos abrojos.
Apartando sus despojos

tenue claridad asomas,
con ingenua risa tomas
la pureza que me resta,
mientras al cielo se apresta
una banda de palomas.

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ABUELA

I

La madreselva olorosa

cogió con sus manos a ella…

Madeja a en que abuela intenta

 la filigrana del verso,
tanto recuerdo disperso
viola mi entorno, la ausenta.
Su mirada cenicienta
se aviva, el tedio reposa;
sobre un pétalo de rosa
desanda abuela caminos:
un techo de guano, trinos,
la madreselva olorosa,
la corriente de hado oscuro
donde enlaza transparencias

callada.
Guarda inocencias
el destellar inseguro
de un farol, ciego al futuro,
dibujando aleve huella
de amor en la niña aquella...

Mi voz enjuga el pasado
que un instante —fuego helado—

cogió con sus manos ella.

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ÓLEO DE LA CIUDAD

a Ernesto Ortiz

Yo he visto en la noche oscura

llover sobre mi cabeza …

Fresco al óleo me regala
de la ciudad el poeta,
parque, callejuela quieta
donde la luna resbala.
Señor de la noche, escala
techumbres el gato, augura.
Vergüenza de la cintura
diferente en el pecado,
lejano ayer, que empedrado
yo he visto en la noche oscura.

Escriba, dame una excusa
para abrirme en dos el pecho
si en el pórtico deshecho
la mentira huella acusa.
Vierte su imagen confusa
la muchedumbre, pobreza.
Burla que la duda apresa,
intelectual provinciano,
luz rota que hace tu mano
llover sobre mi cabeza.

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