Ondina Ruiz Carmona
Viñales,
1961. Graduada de Preuniversitario. Ha obtenido premios y menciones en encuentros
de talleres literarios. Premio en el concurso “Enrique Hart Dávalos”.
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Ediciones Loinaz. Pinar del
Río. 2001.
PRESENCIA
Para Ángel César
Tú que aceptaste, aún sabiendo
que no son alfombras mágicas las
tejas,
capaz de perdonar el odio
aunque no olvidaras el dolor de
los golpes,
que acunaste la soledad
sin descubrir tu noche;
no habitarás al otro lado de la
tierra,
te quedas en los sitios más puros
en la lluvia,
en todo el verde reino de este valle,
en cada palabra impresa o recordada
en el fuego,
en toda la terquedad de la esperanza,
en la paz de los patios, en los lirios
y en la conmovedora inmortalidad
de una sonrisa.
te quedas en los sitios más puros
en la lluvia,
en todo el verde reino de este valle,
en cada palabra impresa o recordada
en el fuego,
en toda la terquedad de la esperanza,
en la paz de los patios, en los lirios
y en la conmovedora inmortalidad
de una sonrisa.
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AÑORANZAS
Qué ganas tengo de parecerme al
tiempo,
quitarle de golpe la escafandra
al mutismo,
morderle lujuriosa un pedazo a
la noche
y limpiarle las manchas al sol
con una lágrima.
Qué ganas de tenderme desnuda
sobre el hielo,
beberme de un sorbo las aguas
del Atlántico
y ponerme a saltar sin vértigo
en las nubes.
Qué ganas de mirarte sin que la
tierra escape.
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RAZONES
No aprendí piano, ni francés,
no he subido a un avión, no fui a Paris
no cantaré en La Scala, ni haré Manuela Sáenz
con uno de esos monstruos.
No fui a una premiación de los Oscar,
¡ni a contemplar el Gran Cañón,
ni hablar de publicar un libro!
Pero disfruto a Mozart, me comunico bien
en español, tengo a las propias
y amigos de corazón en todas partes;
la acústica de mi baño es aceptable,
y el público educado.
No me apellido Sáenz, más tengo mi Libertador,
conozco suficientes Oscares
y puedo deleitarme alguna vez con un cañón
(estirpe endémica de mi pueblo)
y si Dios quiere, otro escribirá ¡y publicará!
un libro.
Para estos
y otros carajos
he nacido.
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ESPERANZA
A mis hijas
Aquí el diluvio,
afuera el Arca.
En mi cuarto se pagan
los pecados del mundo,
cuando el agua se aloja
entre el piso y los sueños.
Afuera el Arca,
de dos en dos,
de tres en tres,
se instalan las especies.
En mi cuarto la lluvia
sube, sube...
y colgada del techo,
con mis flores mojadas,
espero la paloma.
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TU VOZ
A Nicolás
Tu voz es la cascada que refresca
el caluroso suelo de mi mente;
entra por mis oídos el torrente
corno una lluvia fina, mansa y fresca.
Es una melodía que recuerda
pasados siglos que ya están ausentes
y sé cuando te escucho que no mientes,
que puedo sostenerme de esa cuerda.
Tu voz halaga, reconforta, calma;
con su sonoridad alentadora
me hace olvidar el sustantivo muerte;
acuna como a un niño mi pobre alma:
la extraño hoy, exactamente ahora,
cuando es ruido la voz de tanta gente.
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